La escritora que brilla, lejos de toda solemnidad

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La escritora que brilla, lejos de toda solemnidad

Alguna vez leí que Inés Fernández Moreno, no era de esas escritoras que escriben desde la infancia. Recuerdo haberme sorprendido, considerando que pertenece a una familia de escritores celebrados en nuestra literatura. Claro que ella lo explica muy bien cada vez que se le pregunta. “La literatura era algo que me parecía de gran exigencia con tan tremendos modelos, al punto que, la verdad, no se me ocurría”. Difícil no sentirme identificada. Tuve el gusto de conocerla en noviembre de 2009, época en la que estaba por presentar su libro de relatos Mármara. El contacto fue para hacer taller con ella, y compartimos un rato de charla en un local de café, cerca de su casa. “Si querés, nos encontramos y vemos qué podemos hacer juntas”. Así como sencilla en la propuesta, me resultó cálida y cercana al encontrarnos, con una generosidad que incluyó su opinión sobre mi escritura, que me sirvió de mucho.

Cuando le escribí para esta entrevista, más de seis años después, con otra novela en su haber, El cielo no existe, galardonada con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, y un nuevo volumen de cuentos, Malos sentimientos, reseñado para los megarenses recientemente, me atendió con la misma generosidad, sin que pudiera advertirse ese sentimiento de tener un poco menos de tolerancia a la adversidad con el paso de los años, como declaró en alguna oportunidad. Acá está el resultado para que disfruten como yo de su honestidad, observación, agudeza y sensibilidad.

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1) Alguna vez declaraste no ser una lectora ordenada y consecuente y tener enormes baches de conocimiento literario, pero finalmente te decidiste a hacer la carrera de Letras, ¿lo sentís como una contradicción?.

La decisión de estudiar letras no tiene relación causal con mi forma desordenada de leer, que se mantiene a lo largo del tiempo. O sea que decidí hacer la carrera de Letras –no “finalmente” sino más bien al principio, después de terminar el secundario- porque había empezado derecho y me aburría como una ostra. Además, dentro de mi concepción de las cosas en aquel momento, era “imprescindible” seguir una carrera universitaria. Letras me resultó una elección natural. Eso sí, le agradezco a la carrera la lectura de dos grandes clásicos en dos excelentes cátedras: El Quijote y El Ulises.

2) Muchas veces explicaste que para escribir tenés que vencer siempre una resistencia interior, y te declaraste lejos del modelo del “escritor-intelectual”, reconociendo que tus lecturas iban de Corín Tellado a Dostoievski. ¿Ese desapego o distracción, fueron un modo de distanciarte de los modelos de exigencia de tu filiación?.

Sí, creo que ese desapego o distracción tienen que ver con mi filiación. Pero no me atrevería a dar una definición tan taxativa. También soy distraída y desapegada en otros planos de la vida.

3) Poeta es el que escribe lo que va viendo, recordaste alguna vez que dijo tu padre, pero con la inteligencia y sensibilidad que te caracterizan, reconociste que esa declaración de principios, está condicionada por el qué se va viendo y cómo se dice, y en esa cruza se constituye el estilo. ¿Cuál dirías que es el tuyo?

Creo que mi estilo incluye la observación de lo inmediato, el humor y una naturalidad en la escritura que debe estar vinculada con el sencillismo de Baldomero y con el estilo coloquial y existencial de mi viejo. Pero también con la cultura inclusiva de Cortázar. La solemnidad en literatura me parece uno de los peores defectos.

20160825_225458-34) Si con los años las ilusiones se van puliendo, ¿cuáles son las que adquirieron más brillo en esta etapa en donde reconocés tener menos tolerancia a la adversidad?

Hiciste una interpretación optimista del “pulir”. Yo pensaba el pulido en términos de desgaste, desilusión, agrisamiento… y vos en términos de perfeccionamiento y brillo. Es interesante. Porque en las dos interpretaciones, en todo caso, queda un meollo. ¿No? Un núcleo de esperanza al que siempre seguimos aferrados.

5) ¿Cómo se consigue encontrar el equilibrio justo entre evitar la planicie y escaparle al énfasis, en la escritura?

Uh. Corrigiendo. Tachando y tachando y dejando en tu expresión sólo aquello que realmente te parece que agrega algo, o que te gustó mucho.

6) Esa parte de tu madre de la que te pasaste huyendo toda la vida y explotaste solo literariamente, qué efecto causó en el entorno familiar. ¿Alguna vez te reclamaron por sentir que la ficción se parecía demasiado a la realidad?

Nadie me reclamó nada. Mi madre leyó mis textos y nunca me hizo comentarios, aunque estoy segura de que muchas cosas le deben haber caído muy mal. Pero como era una buena lectora, más allá de eso, en el fondo, y aunque no me lo dijera, estaba orgullosa de que yo escribiera.

7) No te sentís una artista, sino una mujer que escribe, y aunque reconocés que la escritura está integrada a tu mundo, tanto como la relación con tus hijos o amigos, los viajes y ciertos placeres como ver la casa ordenada; la declarás como el lugar más personal e intransferible. ¿Qué cosas dejaste de lado o postergaste por ese lugar?

Creo que más bien sucedió al revés. Más bien postergué ese lugar de la escritura personal por otras ocupaciones vinculadas con las obligaciones como ganar dinero, cuidar de tu familia etcétera. Pero no por sacrificada. O no solamente por eso. Tal vez por falta de valentía o de confianza.

8) ¿Te sigue pareciendo arduo el trabajo que hay en la escritura de una novela o le perdiste el miedo después de la alegría y el reconocimiento que significó el Premio Sor Juana Inés la Cruz?

Tan arduo como la primera vez!

9) “Premian hoy a la escritora del humor y la crueldad”, tituló Raquel Garzón para la Revista Ñ, tu premiación por El cielo no existe. ¿Considerás acertado el título?

SÍ, acertado. Claro que un título periodístico siempre es una aproximación, no lo dice “todo”.

10) ¿Seguís con ese proyecto que estaba a caballo entre la crónica, un episodio autobiográfico y la novela?.

Por ahora sigo, pero no avanza a buen ritmo.

11) Obviamente me encantaría saber si dejaste de leer Corín Tellado, o si opinás como Cabrera Infante, que alguna vez contó que como corrector de la inocente pornógrafa, aprendió mucho.

Sí, dejé de leerla. Pero en cambio veo muchas series y pierdo muchas horas jugando al scrabble. En ambos casos, de todas maneras, se aprende bastante.


Ines FM 1_BTan agradable es, que inclusive respondió una aparente última pregunta que tenía que ver con una anécdota familiar y no era más que curiosidad de mi parte, por lo que ahora sé que no fuimos al mismo dentista del barrio de Agronomía.

Pero también hay otras cosas con las que me quedo, una es que a veces la mirada sobre un mismo asunto, puede ser distinta, y que aunque un título periodístico siempre es una aproximación, no lo dice todo, yo encontré el de esta entrevista, para tratar de completar aquél por el que le pregunté. La escritora que sabe mirar y hacer que veas (lo que está viendo), por cómo escribe (tan bien), y por cómo vive (“me siento bien metida en la realidad, en la poesía y en el horror de la vida diaria”); bien lejos de la solemnidad.

Gracias Inés, por el núcleo de esperanza.

Biografía de la Autora

Sandra Patricia Rey
Sandra Patricia Rey
Autora del libro de cuentos Matrioshkas; Pegaso, un libro infantil ilustrado; y de los poemarios No hay más vuelos reales (Editorial En Danza) y Altar doméstico (La Ballesta Magnífica)

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