Una ilusión óptica

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Una ilusión óptica

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la gioconda 1Así definen los entendidos, la sonrisa de La Gioconda, cosa que cuando visité el Louvre no tuve la posibilidad de comprobar.

Había leído mucho sobre el asunto. Parece que  «Da Vinci pintó la sonrisa de la Mona Lisa usando unas sombras que vemos mucho mejor con nuestra visión periférica”, según afirma Margaret Livingstone, una profesora de neurobiología de Harvard. Ella explica que la enigmática sonrisa de la Mona Lisa es “una ilusión óptica, que aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes”. Por eso asombra que cuando en el siglo XVI Leonardo Da Vinci pintó la Gioconda, su Mona Lisa, lograra el efecto de que la sonrisa desapareciese al mirarla directamente y sólo reaparezca cuando la vista se fija en otras partes del cuadro, según explica la experta.

Ergo, para verla  sonreír hay que mirarla a los ojos o a cualquier otra parte del cuadro, de modo que sus labios queden en el campo de visión periférica. De esa forma se la ve más sutilmente sonriente que si uno le mirara directamente sus labios.

la gioconda 2Claro que yo no pude experimentar esa sensación única. Es más, estaba dispuesta a mirar  desde uno y otro ángulo de la sala donde se exhibe, para experimentar esa ilusión óptica. Pero no iba a ser posible.

Lo que cuento es increíble pero real. No sé cómo habrá sido antes, pero en la actualidad, desde que se entra al museo, en todas y cada una de las salas, hay unos carteles que alertan sobre prestidigitadores anónimos al acecho. Mientras ubicaba en un plano la sala y me imaginaba desde qué ángulo me ubicaría para probar el efecto del que tanto había escuchado, empezó a preocuparme la cantidad de gente que había, para comprobar al llegar al lugar de exhibición, que los carteles espantosos se duplicaban para custodiarla juntos a una pareja de cancerberos a cada lado, mientras ella detrás del vidrio ya ni sonreía.

la gioconda 3Por un momento, sentí ganas de rescatarla de su encierro, después me conformé con pensar que era un argumento para escribir, como el cuento ambientado en el Museo del Prado con Las tres Gracias de Rubens como protagonistas y un loco total enamorado de ellas. De la otra forma, me llevarían presa.

Hice abstracción de toda la gente para fotografiar a la pobre Monalisa y a dos de sus custodios, los otros dos quedaron fuera de la foto, se lo merecían. Harta de ser empujada y no poder apreciar la pintura, por el reflejo del vidrio, los flashes, la distancia y la desilusión que me carcomía, retraté a los fanáticos de las fotos delante del vidrio que la convierte en una atracción de circo y la aleja del espíritu del artista que era un genio y que si viera ésto, se muere de nuevo.

la gioconda 4Pobre Leonardo y cuánta razón tenía: «Verdaderamente, el hombre es el rey de los animales, pues su brutalidad supera a la de éstos».

Curiosamente, lo que piensa un artista a veces no se conoce, sin embargo, en la figura de Leonardo da Vinci, toda su obra, guarda relación con lo que pensó, y hay numerosos documentos escritos  por él que permanecieron ocultos hasta su compendio.

Hay una obra, “Leonardo Da Vinci a través de sus textos”, que reúne una buena parte de sus notas, borradores, bosquejos, ya que practicó lo que enseñaba a sus discípulos, anotar todo lo que la memoria no pudiese retener.

la gioconda 5Con mi libretita en mano, sin importarme terminar como una puerta giratoria, me detuve al salir de la sala, fue mi premio consuelo. Sin que nadie le prestara atención, una copia en blanco y negro, sin vidrio, sin cancerberos ni amigos de lo ajeno, ni balaustradas de madera, me sonrío. Poesía muda, eso es la pintura, dijo el genio de Da Vinci.

Salí despacio, para poder admirar las obras, compré la guía del Museo y me fui a pasear por las Tullerías, en definitiva como dijo el artista:

«El ojo recibe de la belleza pintada el mismo placer que de la belleza real».

Por qué me acordé de todo esto, esta fría noche de septiembre, es un misterio. “Perderse también es camino”, como escribió Clarice Lispector. Pintura ciega, eso es la poesía.

la gioconda 6

Sandra Patricia Rey
Sandra Patricia Rey
Autora del libro de cuentos Matrioshkas; Pegaso, un libro infantil ilustrado; y de los poemarios No hay más vuelos reales (Editorial En Danza) y Altar doméstico (La Ballesta Magnífica)

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